Texto y fotos Ferran Marín
Desde mi adolescencia siempre me impactó este titán cuatrimotor. Una y otra vez intenté de manera infructuosa poder ver y fotografiar alguno. En mis viajes a Rusia estuve bien cerca de alcanzar mi objetivo, pero... deseo incumplido. Como alternativa me planteé monitorizar movimientos en FR24, tirar de contactos, para dar con algún aparato de Antonov Design Bureau Airlines/Airlines operando entre algún país africano y Francia, demasiado complicado.
Cuando creí haber encontrado la solución, asistiendo a alguna jornada de puertas abiertas en Hostomel (Ucrania) la barbarie humana traducida en invasión a su país vecino decretada por el Kremlin, acribilló el aeródromo y bombardeo todas mis esperanzas de encontrarme cara a cara con el leviatán, de nuevo... mi ilusión por los suelos. Dado que inexorablemente el tiempo pasa y no conseguía lograr mi meta, encontré interesante visitar el que hoy en día se expone el el Technic Museum de Speyer. Buena decisión, Urra!!! más aún teniendo en cuenta que ese día y a esa hora el museo estaba poco concurrido y pude fotografíar sin prisas cada recoveco de un Antonov 22.
MUSEO DE SPEYER (ALEMANIA)
El 29 de diciembre de 1999, miles de espectadores y representantes de los medios de comunicación se reunieron en los terrenos del aeródromo de Speyer para presenciar un espectáculo muy especial: el aterrizaje de un gigantesco avión turbohélice de fuselaje ancho Antonov An-22.
Con una envergadura de 64 metros y un peso en orden de marcha de 114 toneladas, el An-22 es el avión de hélice más grande del mundo. El aterrizaje en Speyer, en una pista de apenas 1.300 metros de longitud, fue por tanto todo un reto para los experimentados pilotos de pruebas, que embarcaron en el Antonov en Kiev y volaron primero sin escalas hasta el aeropuerto de Karlsruhe / Baden-Baden. Los meticulosos preparativos, durante los cuales hubo que retirar incluso el tejado de un edificio situado en el recinto del Museo Technik de Speyer por motivos de seguridad, merecieron la pena.
Después de sólo dos aproximaciones de prueba, los pilotos aterrizaron con precisión la máquina en la pista y la detuvieron sin problemas. El transporte hasta el recinto adyacente del museo exigió de nuevo un trabajo de precisión. Los especialistas de la empresa Kübler de Schwäbisch Hall, conocida por su amplia experiencia en transportes pesados, realizaron esta tarea con éxito.
El An-22 fue diseñado como avión de transporte civil y militar para transportar cargas de hasta 100 toneladas a regiones remotas sin pista fija. En caso de emergencia, una pista de hierba sólida era suficiente para el despegue y el aterrizaje. El enorme espacio de carga, de 33 metros de largo y 4,4 metros de ancho, puede albergar cómodamente tres camiones de grava completamente cargados.